Si mis pies fueran raíces quedarían mis huellas ajadas en mi sombra. Diluvios de palabras podrían sembrar mis manos de niebla, cómo no ahogarse en ese río de penas cuando el movimiento es un espejismo, cuando los tifones habitan mi insomnio. Si mi corazón fuera tronco de árbol talado quedarían mis venas expuestas al olvido. Tormentas de silencios podrían ahogar mi voz con sus ecos, como se ahogan las miserias en el mar Egeo. Cuando la muerte es moneda de cambio siempre muere el más vulnerable. Si mi cabeza fuera las ramas de una secuoya quedarían mis pensamientos tendidos como un puente. Huracanes ancestrales habitarían mis hojas como los gusanos de seda antes de la metamorfosis. Cuando la lógica se subleva, en un diálogo de sordos, la razón sobrevive en las alas de las mariposas.
Del libro inédito: Crónicas de insomnios y adipsias
Bello!
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