Leyenda moderna de la tribu invisible de la isla del sur.
En la primera luna después del gran incendio todos los árboles, plantas y arbustos sobrevivientes desenterraron sus raíces y, con el primer canto del gallo, elevaron sus cuerpos para marchar a la invisible isla del sur. Y con ellos volaron todas las aves y los insectos. Una inmensa procesión de animales, en un éxodo ordenado y silencioso, también los peces y habitantes marinos obedecieron el canto del gallo. En la gran isla del sur, en un inmenso lago se reunieron todos.
En la segunda luna después del gran incendio se secaron los ríos de los cinco continentes. El calor extremo convirtió en polvo todas las montañas.
En la tercera luna después del gran incendio desapareció la vida humana. Solo quedaron en pie sus rascacielos y fabricas. Sus coches y sus máquinas. El testimonio de una inteligencia desaprovechada.
En la cuarta luna después del gran incendio volvió a cantar el gallo, y regresó la lluvia, y la nieve y las cuatro estaciones en los dos hemisferios.
En la quinta luna después del gran incendio volvieron los árboles a enterrar sus raíces en la tierra que los vio partir. Y volvieron las aves, los gusanos y los anfibios a sus campos y a sus mares, a sus ríos y a sus playas. Y el planeta recobró su armonía.
Gracias, Ana!
La naturaleza no merece el trato que le estamos dando. En ese sentido planteo el texto. Con la humanidad no soy optimista, sí, con el planeta. Él ya ha pasado por extinciones masivas de animales y plantas y ha resurgido. Quizá al final de su tiempo los humanos seamos solo una anécdota insignificante en su vida.
Más que una leyenda, yo llamaría al poema un Evangelio. No hace mucho dije que, en lo personal, no sentiría demasiada pena si el ser humano desapareciera del planeta. Cuando digo esto muchos, con un amplio gesto del brazo, como niños declamando en una escuela, me hablan de las grandes creaciones humanas, a lo cual tengo que recordarles que por cada Mozart hubo ochocientos millones de seres que no hicieron absolutamente nada (o peor aún, que hicieron maldad tras maldad).
Tu poema es esperanzador, sensación que hace tiempo que no me abordaba.
Es posible que sea esperanzador. Los árboles aguardan la primera luna, se preparan para su éxodo, se ve en sus hojas verdes mientras espían nuestros actos. Se escucha en su voz cuando el viento modela su pena… solo hay que prestar atención, y caminar en silencio por la montaña…
Optimista, quizás esperanzado…una fotografía espectacular…gracias Xavier!!!!
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Gracias, Ana!
La naturaleza no merece el trato que le estamos dando. En ese sentido planteo el texto. Con la humanidad no soy optimista, sí, con el planeta. Él ya ha pasado por extinciones masivas de animales y plantas y ha resurgido. Quizá al final de su tiempo los humanos seamos solo una anécdota insignificante en su vida.
Un cálido abrazo
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Imagen y poema para aplaudir.
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Muchas gracias. Me alegra que te guste.
Un cálido abrazo
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Más que una leyenda, yo llamaría al poema un Evangelio. No hace mucho dije que, en lo personal, no sentiría demasiada pena si el ser humano desapareciera del planeta. Cuando digo esto muchos, con un amplio gesto del brazo, como niños declamando en una escuela, me hablan de las grandes creaciones humanas, a lo cual tengo que recordarles que por cada Mozart hubo ochocientos millones de seres que no hicieron absolutamente nada (o peor aún, que hicieron maldad tras maldad).
Tu poema es esperanzador, sensación que hace tiempo que no me abordaba.
Un cálido abrazo.
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Es posible que sea esperanzador. Los árboles aguardan la primera luna, se preparan para su éxodo, se ve en sus hojas verdes mientras espían nuestros actos. Se escucha en su voz cuando el viento modela su pena… solo hay que prestar atención, y caminar en silencio por la montaña…
Un cálido abrazo
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Puro Thoreau…. una delicia.
Un cálido abrazo.
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