El silencio se desnuda para la noche.Otra noche más de insomnio y tristeza.Las cortinas observan mis sombrascomo figuras de cristal ahumado,vago como un sonámbulo ebrioentre la vigilia y el recuerdo.Mis manos buscan a tientasla buhardilla donde guardabalos tesoros de mi infancia;acartonados ropajes de otras épocas,libros amarillentos con olor a manzana,dibujos imposibles, oníricos paisajesrecurrentes, montañas etéreas,el retrato de mi vejez.Un tesauro infinito con las palabras prohibidas,las que aprenderé a escribir con sangre...mientras la noche se desnude para el silencio.El silencio se desnuda para lo noche,lentamente, envuelto en el aroma del jazmín,como los amantes para el magisterio del amorantes de estos días de clausura y celibato.Atrás quedó la luz del sol en la piel pálida,despojada de la pasión de los besos ausentes.Los suspiros no reviven a los muertos.No hay suficientes días en el calendariopara abarcar la magnitud de este encierro.Las estrellas se descuelgan en las alcobas,petrificadas como las sonrisas de salde este cielo abandonado a la lluvia.Qué sentido tiene escribir poemas o cuentosentre las lagunas de la razón y el pensamiento.Quizá nos abandonen las musas y nos posea Orfeopara descender a este caos que se avecina...y mañana la noche se desnude para el silencio.
El pesimismo de Cioran se entiende desde una perspectiva crítica del modelo de vida actual (incluso después de casi 30 años de su muerte). La tristeza es sin duda inherente a la vida. Las cosas que nos producen tristeza son, inevitablemente, inherentes a la propia vida: la muerte es el más claro ejemplo (un sistema finito como nuestro planeta no puede albergar seres infinitos / eternos, sería contrario a su propia naturaleza) La naturaleza transitoria de todo nos puede abocar a ese sentido trágico o nihilista, al que siempre podemos contraponer la fuerza vital, el Carpe Diem, como esencia de nuestra forma de vida. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Si nos dejamos llevar por ese aspecto pesimista y trágico de la vida seguramente acabaríamos suicidándonos. Pero por qué no disfrutar de cada uno de los instantes maravillosos e irrepetibles de la vida, sin perder de vista que todo, todo es pasajero. Disfrutemos de nuestras alegrías y reconozcámonos en nuestras tristezas. Los dos aspectos somos nosotros mismos.
Esa contradicción que señalas –real, profunda e incomprensible para muchos– para mí es una fuente de felicidad constante. Salvo casos puntuales que por lógica me sumen en momentos de tristeza (como bien señalas, la muerte sería uno de ellos), el absurdo de cada día me parece la mejor fuente de felicidad.
Dices: “Disfrutemos de nuestras alegrías y reconozcámonos en nuestras tristezas. Los dos aspectos somos nosotros mismos.” Y es perfecta la síntesis. De allí que la fuerzas de ciertos símbolos ¿no? El Yin y Yang, aquí, nos eximen de palabras.
Muy bueno el símbolo del Yin y Yang. Me fascina la sencillez y síntesis de las filosofías orientales. Libros como el Tao Te Ching son verdaderas joyas de conocimiento.
Si sigues así vas a convertirte en el Cioran de la poesía.
Bello a pesar de la tristeza o melancolía (y mucho más allá de ello, por fortuna).
Un abrazo.
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El pesimismo de Cioran se entiende desde una perspectiva crítica del modelo de vida actual (incluso después de casi 30 años de su muerte). La tristeza es sin duda inherente a la vida. Las cosas que nos producen tristeza son, inevitablemente, inherentes a la propia vida: la muerte es el más claro ejemplo (un sistema finito como nuestro planeta no puede albergar seres infinitos / eternos, sería contrario a su propia naturaleza) La naturaleza transitoria de todo nos puede abocar a ese sentido trágico o nihilista, al que siempre podemos contraponer la fuerza vital, el Carpe Diem, como esencia de nuestra forma de vida. Puede parecer contradictorio, pero no lo es. Si nos dejamos llevar por ese aspecto pesimista y trágico de la vida seguramente acabaríamos suicidándonos. Pero por qué no disfrutar de cada uno de los instantes maravillosos e irrepetibles de la vida, sin perder de vista que todo, todo es pasajero. Disfrutemos de nuestras alegrías y reconozcámonos en nuestras tristezas. Los dos aspectos somos nosotros mismos.
Un fuerte abrazo
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Esa contradicción que señalas –real, profunda e incomprensible para muchos– para mí es una fuente de felicidad constante. Salvo casos puntuales que por lógica me sumen en momentos de tristeza (como bien señalas, la muerte sería uno de ellos), el absurdo de cada día me parece la mejor fuente de felicidad.
Dices: “Disfrutemos de nuestras alegrías y reconozcámonos en nuestras tristezas. Los dos aspectos somos nosotros mismos.” Y es perfecta la síntesis. De allí que la fuerzas de ciertos símbolos ¿no? El Yin y Yang, aquí, nos eximen de palabras.
Un uferte abrazo.
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Muy bueno el símbolo del Yin y Yang. Me fascina la sencillez y síntesis de las filosofías orientales. Libros como el Tao Te Ching son verdaderas joyas de conocimiento.
Un fuerte abrazo
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